domingo, 25 de abril de 2010

Santa Evita

El libro escrito por Tomás Eloy Martínez, fue una experiencia, peculiar. Tengo que confesar que nunca me había interesado por la historia de Eva Duarte, así que sin más conocimiento que el saber que Madonna la había interpretado en una película comencé el recorrido. En las primeras páginas me di cuenta de porque la gente la amó tanto. Se convirtió en una especie de princesa de cuento en carne viva. La campesina que se convirtió en Reina. Pero lo mejor de la historia es que ella consciente de su nueva condición hizo lo que pudo para ayudar a la gente que vivió la misma pobreza que ella.

Con el pasar de las hojas, la historia comenzó a centrarse en lo que pasaría con el cuerpo de Evita tras su muerte. Las descripciones sobre su embalsamiento y las peleas por quién podría tener el cuerpo de Evita se apoderaron de la novela. Yo aún sumergido en la ignorancia pensé para mí mismo. ¡Que autor! ¡Buena imaginación! Tras unos días continuando con la lectura, la sorpresa llegó. Caí en cuenta de que lo que pensaba era imposible, no era. La historia del embalsamiento de Evita era verdadera.

El libro nos narra todos los viajes que realizaron sus restos momificados, incluyendo anécdotas como cuando fue pérdida en un cine de la ciudad, y la nueva amiga que consiguió, cuando esta pequeña chica pensó que había encontrado una muñeca grande.

Lo que más me sorprendió al leer el libro fue el hecho de cómo en América Latina pasan cosas que en otros lugares serían inimaginables e imposibles. Una historia que a primeros rasgos sonaba como la mente retorcida imaginativa de un buen escritor, pero que en verdad fue cierta. Un ejemplo más de cómo la realidad en América Latina siempre logra superar a la fantasía.

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